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Se cumplieron 29 años del primer embarazo fruto de la fertilización in vitro en Córdoba. Se trata de un hito en la historia de la medicina reproductiva en el interior del país. A casi 30 años de la hazaña, compartimos testimonios de sus protagonistas, sensaciones y datos de cómo avanzó la reproducción asistida en el lugar que lo vio nacer.

Hoy tiene la misma edad que su papá al momento de su nacimiento y un año más que los que tenía la mamá. 29 años han pasado desde que se dio el primer embarazo de un bebé probeta en Córdoba. 29 años tenía el hombre cuando lograron la confirmación del embarazo luego de varios intentos fallidos. “Hoy somos una familia normal, trabajadora y contenta”, reconoce, prefiriendo mantener el mismo perfil bajo que tuvieron desde el comienzo. Pese a ello, son conscientes que se convirtieron en un mojón: hay un antes y un después de esa fertilización asistida. Desde entonces, se han logrado 3.200 nacimientos de bebés fruto de fertilización in vitro en la misma institución que los cobijó, les dio contención, tratamiento y resultado, CIGOR.

El bebé de probeta ya no es tan bebé. Hoy es productor rural junto con su padre y su hermano, que, dicho sea de paso, llegó al mundo sin asistencia de ninguna índole un año después. Desde chico conoce su historia, sin que haya alterado en nada su vida y su desarrollo. “Todo lo que hicimos fue con mucha naturalidad”, reconoce hoy el padre, y valora también que “en el pueblo nunca nos miraron raro”. “Eran otros tiempos, todo muy incipiente. Teníamos dos caminos: la adopción o intentar la fertilización. Dios me puso un dedo arriba y permitió que pudiéramos tener nuestro bebé. Yo siempre dije que los médicos son socios de Dios”.

“Recurrimos a la fertilización in vitro porque no había otra solución, era el último recurso que nos quedaba. Hacía cuatro años que deambulábamos de médico en médico con desesperación», contó en un reportaje la mamá tiempo atrás.

Comienzo y gran impulso
“Llegaron al consultorio buscando un embarazo que les era esquivo”, rememora la doctora Liliana Maldonado, médica de la pareja en Cigor. Recuerda que habían realizado los tratamientos básicos frente a la esterilidad, pero fue el primer intento de fertilización asistida. “Recuerdo que recién comenzábamos con estas técnicas. Se lo explicamos y ellos fueron muy valientes. Había que exponerse sabiendo que eran los comienzos. La fe de ellos era muy fuerte”, y el hecho de haber obtenido el resultado deseado fue, para todo el equipo médico, un gran impulso y un nuevo desafío.

“Uno ve el desarrollo posterior y todos los días me asombro. Lo nuestro era por entonces hasta artesanal, diría. Y haber logrado ese embarazo nos incentivó mucho para seguir. Se abrió un campo inmenso por delante. Vimos que podíamos hacerlo”, destaca la doctora Maldonado. La ciencia y la tecnología han avanzado lo suficiente, considera, como para que haya hoy muy pocas posibilidades de no lograr un embarazo.

En Cigor, la tasa de embarazos con fertilización in vitro, de mujeres menores de 40 años, alcanza el 50 por ciento. Y, como los tratamientos hoy tienen cobertura de obra social, también desaparecieron las barreras económicas que en otros tiempos pudieron haber existido.

Derribando mitos sobre la reproducción asistida
Con el avance científico, han ido quedando atrás los prejuicios sobre las técnicas de reproducción asistida, sean las más simples o las más complejas. También se fueron superando escollos que en un principio existían, como el riesgo de embarazos múltiples.
Gustavo Estofán, médico especialista en reproducción asistida, explicó que actualmente se ha logrado evitar los embarazos múltiples como fruto de la fertilización. “El riesgo de embarazo gemelar por fertilización es el mismo que tiene quien se embaraza naturalmente”, explicó.

También recalcan los profesionales que el método de fertilización no condiciona el desarrollo del embarazo. No hay mayor ni menor riesgo, ni implica cuidados especiales. Es un embarazo normal, sólo que se llegó por distinto camino.

Reconocimiento: a casi 30 años del primer FIV
Aquel primer embarazo fue resultado de un trabajo multidisciplinario dedicado a la realización de técnicas de vanguardia en esterilidad, integrado por médicos ginecólogos, un andrólogo, un biólogo y una bioquímica. El método empleado en este caso consistió en la unión de óvulos y espermatozoides en una cápsula de cultivo hasta lograr la fertilización y posterior transferencia de los embriones a la madre. Cigor (Centro Integral de Ginecología, Obstetricia y Reproducción) era dirigido en ese momento por el profesor doctor Miguel Eduardo Estofán, y el equipo de profesionales que trabajó en el caso estuvo integrado por Liliana Maldonado y por Daniel y Gustavo Estofán, ginecólogos; por Santiago Brugo Olmedo, andrólogo; por Julio Novillo, biólogo, y por Patricia Estofán, bioquímica. Hoy llevan más de 31 años de trayectoria, han ampliado su oferta y continúan, como de costumbre, asistiendo a parejas de todas partes del país.

Fuente: La Voz del Interior

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